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Está bien no estar bien (un ratito…)


Alejandra Cordero fue una joven guerrera, quien fue diagnosticada con cáncer de pulmón en el 2018, quien a través de sus palabras nos regala una enseñanza invaluable.

Hoy a pesar de no encontrarse físicamente, continúa motivando a muchísimas personas, especialmente con estas palabras con las que quiso transmitir todo el aprendizaje que tuvo desde que inició su enfermedad, “la mayor parte de lo que más importa”, expresó.

Todos los que hemos tenido que convivir con la enfermedad de un ser querido, sabemos que no es fácil, en definitiva son guerreros de fuerte armadura, quienes no solo luchan, sino que se convierten en maestros de vida, de motivación, y también de agradecimiento.

Alejandra Cordero falleció el pasado 25 de noviembre, dejando una huella indeleble en su esposo, en su familia, en sus amigos y en todos aquellos que tuvieron el placer de conocerla, y también en aquellos que sin conocerla, hemos tenido el placer de leer este mensaje tan fuerte, tan sabio, tan real y tan sincero.

Compartimos sus palabras, las cuales estamos seguros, les llegarán hasta el alma y los motivarán a valorar más, amar mucho y vivir intensamente.

Después de 33 años y 2 meses de vida, he aprendido tanto… pero en el último año he aprendido la mayor parte de lo que más importa, y eso es lo que hoy quiero compartir:

1. Control

Toda mi vida pensé que si hacía todo bien, de primera, tratando de ser de las mejores, planificando bien, con estructuras racionales, de manera eficiente… Iba a poder controlarlo todo. Yo vivía (…), siempre buscando tener el control de todo lo que me importaba: familia, amigos, todo lo académico, trabajo, relaciones interpersonales… creía que así siempre todo iba a estar bien, “si yo tenía el control y todo lo hacía bien, todo y todos iban a estar bien”. (…)

El día que sentada en una iglesia, en media misa (esto fue antes de tener los resultados de la primera biopsia, hace más o menos 1 año), logré visualizarme muy, muy pequeñita, en la mano de Dios, ¡ahí lo entendí! Yo no mando nada, yo no controlo nada… Aprendí que soy muy chiquitita, que Dios es quien tiene el control verdadero, que tenía que aprender a soltar, a confiar y a respirar más.

Ese día no pedí controlar o entender (quienes me conocen saben que yo soy el tipo de persona que todo lo quiere saber, entender y comprender), no pedí un resultado específico de la biopsia, ese día le pedí a Dios ACEPTACIÓN para no cuestionar nada y FUERZA para poder enfrentar lo que viniera. Fue mi primer momento de claridad… Y DIOS me escuchó y me dio todo lo que le pedí.

Entonces, aprendí que necesitaba “aprender a soltar”.

2. Paciencia

Si hay algo que yo necesitaba aprender era a tener paciencia… En mi vida llena de control y estructuras perfectas, no había cabida para “esperar” o “perder el tiempo”. Mi personalidad caprichosa quería todo “ya”, cuando yo creía que era el momento correcto. (…)

Aprender a ser paciente significa aprender a vivir en paz, sabiendo que todo va a estar bien, porque Dios es bueno… Un día de estos escuché una frase que se me tatuó en el corazón: “Dios no es lento ni veloz, Dios es PERFECTO”.

Entonces, aprendí que necesitaba sentir PAZ.

3. Humildad

Este fue uno de los aprendizajes más duros, al menos hasta el día de hoy. Lograr reconocer que tenía un serio déficit de humildad fue muy difícil (…) Yo no tenía la humildad que necesitaba para aceptar que hay situaciones y momentos que me superan, yo no sabía decir: “no puedo”.

Y esto no fue por creerme mejor que nadie, realmente mi error estaba en creer que si yo me esforzaba más, iba a poder con todo, iba a poder ayudar a quien fuera y controlar lo que fuera. En algún momento de mi vida me hice una Avengery me creí el cuento (…) Creo firmemente en que todos los días uno tiene que tratar de ser la mejor versión de sí mismo. Pero ser una persona humilde significa poder caerse y no tratar de ocultarlo, poder llorar sin ser débil, pedir ayuda cuando hace falta.

Ser humilde significa para mí, ser el tipo de persona que siempre le pedía a la gente que amo, que fuera… Significa confiar, significa dejarse chinear de verdad, significa apoyarse en otras personas sin miedo. Pero sobre todo, significa poder hablar con Dios de rodillas y confesarle que no sé qué hacer, que necesito ayuda y pedirle que me abrace más fuerte; y entonces recibir esa fuerza que no es humana, sino que viene únicamente de Él.

Entonces, aprendí que necesitaba reconocer mis límites, dejar la soberbia a un lado.

4. Miedo

Desde que nos dieron la noticia del bichito, siempre dije que no sentí miedo, nada… y eso es cierto. A ver, no sentí miedo del diagnóstico (…), no sentí miedo respecto a los tratamientos que venían, no sentí miedo a morirme. Por supuesto que no sentí miedo, ¿recuerdan que le había pedido a Dios, aceptación y fuerza? Pues de verdad, Dios me concedió lo que le pedí.

Pero he aprendido que el miedo es más complejo y que es una de esas cáscaras de banano que de repente aparecen por ahí para hacernos caer, para hacernos dudar, y por eso, hay que bloquear inmediatamente los sentimientos feos como el miedo. ¿Sabían que en la Biblia aparece 365 veces la frase “no tengas miedo”? Yo no lo sabía, lo leí hace poco y me pareció impresionante… ¡Un “no tengas miedo” para cada día del año!

Obviamente sí he tenido momentos en los que el miedo quiere entrar en mí… Uno de los más recurrentes: pienso en Marco y en que quisiera tener mil años de vida para compartirlos con él, y me da miedo… Pero entonces ¡bloqueo! Busco comfort en las palabras de Dios “no tengas miedo”, y en lugar de sufrir, hablo con Dios y le pido tiempo para vivirlo juntos, y sobre todo, le pido que nos guíe para disfrutar cada segundo de nuestra historia de amor, nuestra historia de vida.

Entonces, aprendí que nunca hay que dudar de Él. “Háblale a la montaña de tu Dios, no le hables a Dios de tu montaña”.

5. Vivir

Para mí, la vida siempre ha sido un regalo de Dios, es algo que creo desde lo más profundo de mi corazón. Sin embargo, hoy sé que no apreciaba este regalo, como yo creía. Me he dado cuenta de dos detalles muy determinantes:

Vivir en el futuro es desperdiciar el hoy. (…) Entonces comencé a vivir planificando en función de objetivos y eficiencia, decidí que podía sacrificarME porque en ese momento valía la pena…

Entonces era muy buena en mi trabajo, pero no tenía tiempo para nada (ni para respirar… ¡qué increíble!, esa era una de mis frases más comunes… Hay que tener cuidado con las palabras) (…)

Consciencia. Vivir debería ser mucho más de lo que la mayoría creemos. Es una lástima que uno (al menos yo) tenga que pasar por situaciones complicadas para aprender a apreciar cada uno de los detalles de la vida. Ser consciente de la vida, hace que absolutamente todo sea mucho más lindo, que uno sienta la necesidad de agradecerle a Dios por todo, todo el día. Los colores vibran más, los rayos del sol brillan más, respirar profundo es delicioso, los momentos con la gente que uno ama, son tesoros y no hay que esperar a ver fotos varios años después para darse cuenta. Una experiencia de este tipo es una bendición porque nos regala la oportunidad de disfrutar verdaderamente de la vida, de la gente, del amor, de las lágrimas, de la risa, de las caídas y el chance de levantarse. Ser consciente hace que uno viva con agradecimiento.

Entonces, aprendí que existir no es lo mismo que subsistir. Aprendí a sentir más, a decir lo que siento sin contenerme. Aprendí a vivir con GRATITUD.

6. Decisiones

La vida no siempre es fácil, no siempre hay risas y sorpresas bonitas. Además, la vida no se trata de lo que uno quiere, sino de lo que uno necesita. (…) Así es la vida… Uno no puede elegir “el ejercicio” que nos toca hacer, pero podemos decidir cómo ejecutarlo, cómo vivirlo.

(…) Uno no decide muchas cosas, pero tenemos el poder de decidir muchísimas y eso significa, decidir cómo vivir cada día. (…)

Entonces, aprendí que ser feliz, que vivir de verdad, que enfrentar cada día con una sonrisa, es una decisión que hace que todo mejore.

7. Dios

Todo, todo, todo… me ha llevado a Él. Me di cuenta que necesitaba estar mucho más cerca de Él, que necesitaba aprender a hablarle, a sentirlo, a escucharlo. Entendí lo que significa la paz de Dios, confiar en Él sin dudar, el poder sanador de la fe, la inmensidad de su amor. (…)

Entonces, aprendí que Dios es todo, aprendí que es cierto que Dios es bueno, que su plan es perfecto… Aprendí que cuando uno aprende a entregarle todo a Dios, ya no hay por qué preocuparse, aprendí a vivir y reconocer las maravillas de Dios en cada segundo.

Perdón, se me hizo muy largo, pero tenía que contarles todo eso para poder decirles que aprendí que no estar bien, está bien… Que es humano. Pero está bien por un ratito, mantener una buena actitud ante todo, es fundamental, no tiene sentido pelear una batalla creyendo que uno va a perder… Hay que mantener actitud de ganadores y así siempre vamos a poder ser guerreros de luz… De la luz que Dios nos regala.

En mi pelea personal:

Mi estrategia: DIOS

Mi escudo: mi familia y mis amigos

Mis tácticas: orar, confiar, agradecer

Mi arma: mi sonrisa

Espero que mi/nuestra historia le ayude a alguien a mejorar un poquito su día. Y les agradezco muchísimo cada una de sus oraciones, mientras más seamos, más fuertes somos. Gracias!!!

Fotografías tomadas del blog y red social de Alejandra Cordero (QEPD).


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