Santaneño comparte sus experiencias como guardaparque en la Isla de Coco
Esta maravillosa y exótica isla encierra hermosos paisajes y es el hogar de aquellos que la cuidan y protegen, al igual que su flora y fauna.
Geiner Golfin es un santaneño quien es Guardaparque y Encargado del Programa de Recursos Naturales y Culturales del Área de Conservación Marina Coco (ACMC).
“Estudié biología marina, primero trabajé en un laboratorio de larvas de camarón, posterior a eso me recluté para un puesto como guardaparque en el Parque Nacional Isla del Coco”, cuenta Geiner Golfin.
Ese primer acercamiento ha permitido que Geiner ya cuente con 17 años de ejercer como guardaparque marino de esta isla declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 1997.
“Siempre los recursos naturales me llamaron la atención, de ahí que logré estudiar biología marina, y me puse como meta conocer la Isla del Coco. No la conocía, solo por fotos y documentales”, manifestó.
El amor fue a primera vista y continúa haciéndose más fuerte. Probablemente, sean todos los secretos que esconde esta isla, su belleza, su increíble flora y fauna, o quizás la paz y la tranquilidad que le regalan día con día a sus protectores. Lo cierto es que la Isla del Coco se ha convertido en el hogar de Geiner Golfin y él ha decidido que a pesar de lo que esto implique, este lugar es muy importante para él.
Cuando Golfin no está en este paraíso, lo que más extraña es el mar y la camaradería con los demás guardaparques.
El amor que este santaneco profesa por este pedacito de tierra se siente en cada una de sus palabras. Al consultarle qué es lo que más lo ha cautivado, no duda en contestar. “Saber que estoy frente a un lugar único y excepcional, un Patrimonio Mundial de la Humanidad. Me ha llamado siempre el particular color del mar que la rodea y el color verde de su bosque, por supuesto la gran cantidad de biodiversidad marina que posee”.
Centinelas del mar
Los guardaparques marinos se encargan de velar por la protección y conservación de los recursos naturales y culturales con que cuenta el área marina protegida a la cual pertenecen.
“De los recuerdos más lindos es el ver los tiburones martillo en su hábitat natural. Hemos logrado que la Isla del Coco fuese declarada santuario de tiburones y más alegre aún que recientemente se haya decretado la prohibición de pesca del tiburón martillo”, indica este guardaparque marino.
Sin embargo, la labor de ser Guardaparque Marino implica la permanencia en lugares remotos como el Parque Nacional Isla del Coco, con jornadas acumulativas de 30 días de trabajo continuos y 22 días libres; en un sitio de condiciones extremas, con limitada disponibilidad de algunas necesidades básicas.
Esta hermosa profesión está cargada de un gran peso emocional así como desarraigo familiar, el cual se da por la separación que tienen que sufrir de sus seres queridos, provocándoles altos niveles de ansiedad y depresión, hasta la desintegración de muchas familias.
Estos guardianes también deben solventar las limitaciones que implica laborar en esta isla, gracias a diferentes mecanismos, mucho esfuerzo y un alto compromiso, asumido con gran responsabilidad.
Educando a los más pequeños
Los guardaparques, además de vigilar y proteger parques nacionales y áreas protegidas, también buscan promover cambios de conducta que contribuyan a un mejor estado de conservación de la vida marina.
“Trabajamos el Programa Guardianes del Mar, que forma parte de una de las líneas de acción dirigidas a un público meta priorizado para el Parque Nacional Isla del Coco, como lo son las niñas y niños en edad escolar, y con ello poder generar integración de los centros educativos en la protección de las Áreas Marinas Protegidas como lo es el Parque Nacional Isla del Coco, el parque nacional más grande de Costa Rica. Es oportuno generar vínculos con las comunidades de las urbes, las zonas costeras marinas”, explicó Golfin.
Estas herramientas permiten educar sobre la importancia de la reducción de las amenazas sobre las especies en peligro como los tiburones, el consumo responsable de productos marinos, mitigar o disminuir la pesca ilegal, la contaminación marina.
“Los Guardianes del Mar”, es un libro que permite viajar a descubrir y conocer este tesoro natural de la humanidad y toda su vibrante biodiversidad.
“Es una aventura que busca inspirar a nuevas generaciones de defensores de la naturaleza y los lleve a poner los pies bien puestos en la tierra y su corazón en el mar”, afirma.
“Buscamos generar un sentido de responsabilidad en el pensar, sentir y actuar en los niños, e incentivar el buen hábito de la lectura por medio del libro “Los Guardianes del Mar”, el cual sumerge a jóvenes lectores en el maravilloso mundo marino e insular del Parque Nacional Isla del Coco, para aprender sobre la geografía, la flora y la fauna de una isla oceánica y sorprenderse con algunas de las valiosas especies que habitan este paraíso natural”, indicó Golfin.
Esto permite sensibilizar a la población estudiantil en la conservación de los recursos marinos, por media de las charlas, para que conozcan sus principales amenazas. Motivarlos para que participen activamente en la solución de los problemas ambientales en sus comunidades, elevando la capacidad de decisión de los escolares en su vida diaria y así fortalecer del vínculo mediante la educación ambiental entre los guardaparques y la sociedad.
Pequeños santaneños vigilantes del mar
Durante el 2022 se llevó esta iniciativa a la Escuela Ezequiel Morales en Piedades y se trabajó en la presentación de un proyecto ante el Concejo Municipal de Santa Ana; el cual tuvo que ser pospuesto por la llegada de la pandemia, pero se pretende retomar el proyecto y poder contar con la ayuda del gobierno local.
“Somos fieles creyentes que en la niñez, por medio de la educación ambiental, está la solución para mitigar los grandes problemas ambientales que tiene nuestro entorno. Con el compromiso de proteger los animales terrestres, voladores y marinos, y cuidar toda la flora y fauna del mundo, todos podemos ser guardianes del mar”, finalizó.
Comments